Libro 1

Libro 1

Traducción del griego de Juan José Torres Esbarranch. Historia de la guerra del Peloponeso. Libros I-II. España, Gredos, 1990.

Sinopsis

(1.) Prólogo. La importancia de la Guerra del Peloponeso. (2-19.) La «Arqueología». Debilidad de épocas anteriores en relación con la Grecia de la Guerra del Peloponeso. Crítica histórica. (20-22.) La investigación de Tucídides. El método histórico. (23.) La magnitud de la Guerra del Peloponeso. Sus causas. (24-55.) Conflicto de Corcira. (29.) Victorias de Corira. (31.) Embajadas de corcireos y corintios a Atenas. (32-36.) Discurso de los corcireos. (37-43.) Discurso de los corintios. (44-45.) Alianza defensiva de Atenas y Corcira. Intervención ateniense. (46.) Preparativos de los corintios. (47.) Preparativos de los corcireos. (48-52.) Batalla naval de las islas de Síbota. (53.) Conversaciones entre atenienses y corintios. (54.) Corintios y corcireos reivindican la victoria. (55.) Los corintios y los atenienses regresan a su patria. (56-66.) Conflicto de Potidea. (57.) Intrigas de Perdicas contra los atenienses. (58.) Sublevación de Potidea. (59.) Los atenienses en Macedonia. (60.) Ayuda de Corinto. (61.) Expedición de Calías. (62-63.) La Batalla de Potidea. (64-66.) Asedio de Potidea. (67-88.) El debate de Esparta. (68-72.) Discurso de los corintios. (73-79.) Discurso de los atenienses. (80-85.) Discurso de Arquidamo. (86.) Discurso de Estenelaidas. (87.) El tratado ha sido violado. (88.) El miedo de Esparta al poderío de Atenas. La verdadera causa. (89-118.) La «Pentecontecia». Historia de Atenas después de las Guerras Médicas. Formación del Imperio ateniense. (90-93.) La reconstrucción de las murallas de Atenas. Actuación de Temístocles. (94.) Expedición de Pausanias contra Chipre y Bizancio. (95.) Acusaciones contra Pausanias. La hegemonía pasa a los atenienses. (96.) La Confederación ático-delia. (97-100.) Orígenes y crecimiento del poderío ateniense. De la hegemonía al Imperio. Expediciones de Cimón, Tracia, Naxos, Eurimedonte, Tasos. (101.) La rebelión de los hilotas. Rendición de Tasos. (102.) Diferencias entre Esparta y Atenas. El incidente de Itome. (103.) Fin de la resistencia de Itome. Alianza de Mégara y Atenas. (104.) Los atenienses en Egipto. (105-106.) Guerras contra Corinto, Epidauro y Egina. (107.) Expedición lacedemonia a Grecia Central. (108.) Batallas de Tanagra y de Enófita. Expediciones atenienses. Atenas acaba sus Muros Largos. (109-110.) Derrota de los atenienses en Egipto. (111.) Los atenienses en Tesalia, en el Peloponeso y en Acarnania. (112.) Tregua de cinco años con Esparta. Expedición a Chipre. Muerte de Cimón. Victoria de Salamina de Chipre. Guerra Sagrada. (113.) Batalla de Coronea. Derrota ateniense en Grecia Central. (114.) Sublevación de Eubea y de Mégara. (115-117.) La Paz de Treinta años. La Guerra de Samos. (118.) Fin de la «Pentecontecia». Embajada lacedemonia a Delfos. (119-125.) Asamblea de la Liga del Peloponeso en Esparta. (120-124.) Discurso de los corintios. (125.) Se decide la guerra. (126-139.) Reclamaciones y pretextos. (126-127.) Primera embajada lacedemonia a Atenas. El sacrilegio de los Aicmeónidas. (128-134.) Réplica ateniense. El sacrilegio del Ténaro. Traición de Pausanias. (135-138.) El caso de Temístocles. (139-145.) La Asamblea de Atenas. (139.) Nuevas embajadas lacedemonias a Atenas. El ultimátum. La Asamblea. (140-144.) Discurso de Pericles. (145.) Respuesta de Atenas. (146.) Acaba el relato de las causas y antecedentes de la Guerra del Peloponeso.

Prólogo

La importancia de la Guerra del Peloponeso

Tucídides de Atenas escribió la historia de la guerra entre los peloponesios y los atenienses relatando cómo se desarrollaron sus hostilidades, y se puso a ello tan pronto como se declaró, porque pensaba que iba a ser importante y más memorable que las anteriores. Basaba su conjetura en el hecho de que ambos pueblos la emprendían en su mejor momento gracias a sus recursos de todo tipo, y en que veía que los restantes griegos, unos de inmediato y otros disponiéndose a ello, se alineaban en uno u otro bando. Ésta fue, en efecto, la mayor conmoción que haya afectado a los griegos y a buena parte de los bárbaros; alcanzó, por así decirlo, a casi toda la humanidad. Pues los acontecimientos anteriores, y los todavía más antiguos, era imposible, ciertamente, conocerlos con precisión a causa de la distancia del tiempo; pero por los indicios a los que puedo dar crédito cuando indago lo más lejos posible, no creo que ocurriera nada importante ni en lo referente a las guerras ni en lo demás.

La “Arqueología”

Debilidad de épocas anteriores en relación con la Grecia de la Guerra del Peloponeso. Crítica histórica

Es evidente, en efecto, que la tierra que ahora se llama Grecia no estaba habitada antiguamente de forma estable, sino que al principio hubo migraciones y todos abandonaban fácilmente su territorio forzados por otros pueblos cada vez más numerosos. El comercio no existía y las comunicaciones entre los pueblos no eran seguras ni por tierra ni por mar; cada uno sacaba de su propia tierra sólo lo indispensable para vivir, y no acumulaban riquezas ni efectuaban plantaciones, puesto que nadie sabía cuándo otros se les echarían encima y, al no estar protegidos por murallas, los despojarían; en consecuencia, pensando que en cualquier parte iban a conseguir el indispensable alimento cotidiano, emigraban sin dificultad, y por ello no eran poderosos ni por la magnitud de sus ciudades ni por otro tipo de recursos. Las tierras más fértiles, mayormente, experimentaban continuos cambios de habitantes: así la que ahora se llama Tesalia y Beocia y la mayor parte del Peloponeso con la excepción de Arcadia, y de las restantes, las que eran mejores. Gracias a la fertilidad de la tierra, las fortunas de algunos aumentaban y eran causa de disensiones internas que provocaban la ruina de los pueblos, a la vez que los dejaban más expuestos a los ataques de tribus del exterior. Pero el Ática, según esto, por vivir desde los tiempos más remotos sin disensiones internas debido a la aridez de su suelo, fue habitada sin interrupción por los mismos hombres. Y una demostración bastante clara de mi teoría la constituye el hecho de que las otras regiones no progresaron en la misma medida a causa de las migraciones. En efecto, los hombres más poderosos, al ser desterrados del resto de Grecia debido a guerras o a disensiones internas, se refugiaban en Atenas por aprecio a su estabilidad y, convirtiéndose en ciudadanos, desde los primeros tiempos acrecentaron todavía más la población de la ciudad, hasta el punto de que más tarde, al resultar el Ática insuficiente, incluso enviaron colonias a Jonia.

Me demuestra también, y no con menor claridad, la debilidad de los antiguos el hecho de que, antes de la Guerra de Troya, la Hélade no parece haber acometido ninguna empresa en común; pienso, además, que este nombre no solo no designaba todavía al país en su totalidad, sino que antes de Helén, el hijo de Deucalión, ni siquiera existía tal denominación, y que las diferentes gentes, y sobre todo los pelasgos, extendían el nombre de su propio pueblo. Pero cuando Helén y sus hijos se hicieron poderosos en la Ftiótide, y los solicitaban para acudir en auxilio de otras ciudades, los diferentes pueblos, desde entonces, debido a aquellas relaciones, dieron una mayor difusión al nombre de helenos, denominación que, sin embargo, durante mucho tiempo, no pudo imponerse a todos. Homero lo prueba mejor que nadie, pues, aunque vivió en una época muy posterior a la de la Guerra de Troya, en ninguna parte aplicó el nombre colectivamente, ni tampoco a otros que no fueran los compañeros de Aquiles, procedentes de Ftiótide, que fueron precisamente los primeros helenos, sino que en sus poemas, al referirse a todos, los llamó dánaos, argivos y aqueos. Tampoco utilizó el término de bárbaros por la razón de que los griegos, según creo, todavía no se distinguían con un solo nombre que fuera el contrario. Así, pues, aquellos que recibieron el nombre de helenos, primero separadamente, ciudad tras ciudad a medida que se comprendían entre sí, y en conjunto después, no realizaron nada en común antes de la Guerra de Troya a causa de su debilidad y aislamiento. Y marcharon juntos a esta expedición solo cuando su experiencia del mar fue mayor.

Minos fue el primero, de los que conocemos por la tradición, en procurarse una flota y extender su dominio por la mayor parte de lo que hoy llamamos mar griego; sometió las islas Cícladas y fue el primer colonizador de la mayor parte de ellas, expulsando a los carios y estableciendo como gobernadores a sus propios hijos. Y, como era natural, para que le llegaran con mayor seguridad los tributos, procuró, hasta donde alcanzó su poder, limpiar el mar de piratas.

Los griegos de otro tiempo, en efecto, y los bárbaros que vivían en la costa del continente o en las islas, una vez que empezaron a pasar con sus naves de unas tierras a otras con mayor frecuencia, se dedicaron a la piratería bajo el mando de hombres que, sin ser ellos los de menos recursos, buscaban su propio provecho y sustento para los débiles. Cayendo sobre poblaciones sin murallas formadas por aldeas dispersas, las saqueaban y obtenían de ailí la mayor parte de sus medios de vida, pues esta actividad no comportaba ningún deshonor, sino que más bien proporcionaba una cierta gloria. Lo demuestran aún hoy algunos pueblos del continente, para quienes el éxito en estas acciones constituye un honor, y también los poetas antiguos, que en todas las ocasiones dirigen la misma pregunta de si son piratas a los navegantes que desembarcan, señal de que quienes eran interrogados no desdeñaban aquella actividad, y que aquellos que se preocupaban de informarse no la reprochaban. En tierra también se dedicaban al pillaje unos contra otros. Y hasta nuestros días se vive a la manera antigua en muchas zonas de Grecia, en la región de los locros ozolos, de los etolios y de los acarnanios y por aquella parte del continente, La costumbre de llevar armas que tienen estos pueblos continentales es una supervivencia de la antigua piratería.

Toda Grecia, en efecto, llevaba armas debido a que sus viviendas carecían de protección y a que las comunicaciones entre los pueblos no eran seguras; se acostumbraron a la vida en armas, igual que los bárbaros. Y las zonas de Grecia que todavía viven así constituyen un indicio de que en otro tiempo formas de vida semejantes se daban por todas partes. Entre aquellos griegos, los atenienses fueron los primeros en abandonar el hierro y pasarse, por la libertad de sus costumbres, a una vida más muelle. No hace mucho tiempo que en Atenas los más viejos de los ricos dejaron de llevar, como signo de su vida de lujo, quitones de lino y de recoger las guedejas de su cabello en la cabeza mediante la inserción de cigarras de oro; de aquí proviene que esta moda imperara también durante mucho tiempo entre los viejos jonios, debido a su parentesco. Por el contrario, los lacedemonios fueron los primeros en usar vestidos sencillos, a la moda de ahora, y, en general, quienes poseían una mayor fortuna adoptaron, antes que nadie, el mismo modo de vida de la masa. También fueron los primeros en mostrarse desnudos y en desvestirse en público y untarse con aceite en los ejercicios gimnásticos. Antiguamente, en cambio, e incluso en los Juegos Olímpicos, los atletas competían llevando un ceñidor que les cubría las vergüenzas, costumbre que se ha perdido no hace muchos años. Pero todavía hoy día hay pueblos bárbaros, en especial los asiáticos, que, al celebrar competiciones de pugilato y lucha, lo hacen cubiertos con taparrabos. En muchos otros aspectos, asimismo, se podría demostrar que el mundo griego antiguo vivía de modo semejante al mundo bárbaro de hoy.

Respecto a las ciudades, las de fundación más reciente, que, por ser las circunstancias más favorables para la navegación, tenían recursos en mayor abundancia, fueron construidas con murallas en la misma costa y cerraron los istmos pensando en el comercio y la defensa de cada una frente a sus vecinas. Las ciudades antiguas, por el contrario, tanto las insulares como las continentales, fueron fundadas generalmente lejos del mar a causa de la piratería, que se mantuvo durante mucho tiempo (pues no sólo se robaban entre sí sino que también robaban a todos los que, aun sin vivir del mar, habitaban junto a la costa), y hasta hoy día han seguido en el interior.

No fueron menos piratas las isleños, que eran carios y fenicios, pueblos que, como es sabido, colonizaron mayor parte de las islas. He aquí una prueba: cuando, durante la guerra que nos ocupa, Delos fue purificada por los atenienses y fueron retiradas todas las tumbas de los que habían muerto en la isla, se vio que más de la mitad pertenecían a carios; fueron identificados por el tipo de armas enterradas con ellos y por la forma de enterramiento, que todavía es la misma actualmente, Pero cuando fue creada la flota de Minos, las comunicaciones por mar entre los pueblos resultaron más fáciles (pues expulsó a los malhechores de las islas cuando estableció colonias en la mayoría de ellas), y los que habitaban junto al mar acrecentaron su fortuna y empezaron a vivir de forma más estable, e incluso algunos, al verse más ricos de lo que eran antes, se rodearon de murallas. Por el deseo de ganancias, los más débiles aceptaban su sumisión a los más fuertes, y los más poderosos con su abundancia se granjeaban el vasallaje de las ciudades más pequeñas. Y ya se había consolidado esta situación cuando, posteriormente, emprendieron la expedición contra Troya.

Me parece, además, que Agamenón consiguió reunir las fuerzas expedicionarias porque era el más poderoso de sus contemporáneos, y no tanto por ir al frente de los pretendientes de Helena, obligados por el juramento prestado a Tindáreo, Dicen, por cierto, quienes han recogido de los antepasados las tradiciones más precisas sobre los peloponesios, que primero Pélope, gracias a la gran fortuna con la que desde Asia llegó a un pueblo sin ecursos, se hizo con el poder y, a pesar de ser extranjero, alcanzó el honor de dar su nombre al país, y que después el poder de sus descendientes todavía aumentó cuando Euristeo murió en el Ática a manos de los Heráclidas tras haber confiado, al partir hacia la guerra, Micenas y su imperio a Átreo debido a su parentesco, ya que Atreo (desterrado entonces por su padre a causa de la muerte de Crisipo) era hermano de la madre de Euristeo. Y como que Euristeo ya no regresó, Atreo heredó el reino de Micenas y todos los dominios de Euristeo, tal como quisieron los micénicos por miedo a los Heráclidas y porque, además, parecía un hombre fuerte y se había ganado al pueblo. Así los Pelópidas se hicieron más poderosos que los Perseidas. Agamenón, en mi opinión, gracias a que había recibido esta herencia y, además, por tener una mayor fuerza naval que los otros, pudo emprender y llevar a cabo la expedición, no tanto por el reconocimiento de que era objeto como por el temor que inspiraba. Es evidente, en efecto, que fue él quien llegó con el mayor número de naves, y que también proporcionó algunas a los arcadios, tal como Homero lo demuestra, si su testimonio se considera válido. Y, además, en la transmisión del cetro dice de él que «reinaba en muchas islas y en toda Argos». Ahora bien, viviendo en el continente, si no hubiese tenido una flota, no hubiera podido ejercer su dominio sobre otras islas que no fueran las vecinas (y ésas no serían muchas). Por esta expedición, asimismo, hay que conjeturar cómo eran las circunstancias anteriores a ella.

No se utilizaría un indicio exacto si, basándose en que Micenas era pequeña o en que alguna ciudad de las de entonces parece ahora sin importancia, se pusiera en duda que la expedición fue tan grande como los poetas la han cantado y como la tradición mantiene; pues si fuera desolada la ciudad de los lacedemonios, y sólo quedaran los templos y los cimientos de los edificios, pienso que, al cabo de mucho tiempo, los hombres del mañana tendrían muchas dudas respecto a que la fuerza de los lacedemonios correspondiera a su fama. Sin embargo, ocupan dos quintas partes del Peloponeso y su hegemonía se extiende a la totalidad y a sus muchos aliados del exterior; pero, a pesar de esto, dado que la ciudad no tiene templos ni edificios suntuosos y no está construida de forma conjunta, sino que está formada por aldeas dispersas a la manera antigua de Grecia, parecería muy inferior. Por el contrario, si les ocurriera esto mismo a los atenienses, al mostrarse ante los ojos de los hombres del mañana la apariencia de la ciudad, conjeturarían que la fuerza de Atenas era doble de la real. No hay razón, pues, para plantear dudas ni para prestar más atención a las apariencias de las ciudades que a sus fuerzas reales, sino que hay que creer que aquella expedición fue más importante que las anteriores, aunque inferior a las de ahora, si es que también en este caso debemos confiar en los versos de Homero, quien, aunque es verosímil que, como poeta, la ponderara para engrandecerla, aun así, sin embargo, deja clara su inferioridad. En efecto, en la flota de mil doscientas naves atribuye a las de los beocios ciento veinte hombres y a las de Filoctetes cincuenta, indicando, en mi opinión, las mayores y las menores; en el Catálogo de las Naves, al menos, no se menciona nada acerca del tamaño de las otras. Que todos eran a la vez remeros y combatientes, lo demuestra al referirse a las naves de Filoctetes, pues dice que eran arqueros todos los que manejaban los remos . Y no es probable que fueran a bordo muchos pasajeros, a excepción de los reyes y de los dignatarios principales, sobre todo dado que tenían que atravesar el mar con los pertrechos de guerra y que no tenían, además, barcos con puentes, sino construidos a la antigua usanza, más bien al modo de los piratas, Así, pues, si sacamos la media de las naves mayores y menores, es evidente que no fueron muchos combatientes, tratándose dé una expedición enviada en común por toda Grecia.

La causa no era tanto la escasez de hombres como la falta de recursos. Debido a la dificultad de aprovisionamiento, transportaron un ejército reducido en proporción a los medios de vida que esperaban obtener en el país mientras combatían. Y después que vencieron en el combate que siguió a su llegada (hecho evidente, pues, de lo contrario, no hubieran construido la fortificación del campamento), se ve que ni siquiera entonces utilizaron todas sus fuerzas, sino que, a causa de la dificultad de aprovisionamiento, se dedicaron a cultivar las tierras del Quersoneso y a la piratería. Por este motivo principalmente, los troyanos, al estar dispersos los griegos, pudieron resistir durante diez años de lucha abierta, y a que sus fuerzas eran equivalentes al retén que sucesivamente quedaba frente a ellos. Por el contrario, si los griegos hubieran llegado con abundancia de provisiones, y si todos a la vez, sin dedicarse a la agricultura y a la piratería, hubieran proseguido la guerra sin interrupción, fácilmente se hubieran impuesto en el combate y hubieran tomado la ciudad, dado que, incluso sin actuar a la vez, sólo con la parte del ejército que sucesivamente estaba presente, resistieron; y si se hubieran establecido en torno a ella para sitiarla, hubieran tomado Troya en menos tiempo y con menos dificultades. Pero así como la debilidad de las empresas anteriores fue debida a la falta de recursos, sin duda ocurre lo mismo con la Guerra de Troya, que si bien ha obtenido más renombre que las anteriores, los hechos demuestran que fue inferior a su fama y a la tradición que, gracias a los poetas, prevalece actualmente.

Mapas y tablas

Mapa 1: Ciudades griegas en el Libro 1

Mapa 1: Ciudades citadas en el Libro 1
Mapa de Grecia

🗺️ Leyenda

ColorAfiliación o situaciónSignificado
🔵 AzulAtenas y aliadosCiudades leales o sujetas al poder ateniense.
🔴 RojoEsparta y aliadosCiudades bajo influencia o alianza lacedemonia.
🟡 AmarilloNeutrales o sublevadosCiudades neutrales o en rebelión parcial.
⚫ GrisMención histórica o contextualCiudades o regiones mencionadas en el discurso arqueológico o histórico, pero no protagonistas activos.

📜 Detalle de categorías

  • Azul (Atenas y aliados):

    • Atenas
    • Platea
    • Zacinto
    • Samos
    • Naxos
    • Calcis (Eubea)
    • Eion
    • Anfípolis
    • Pidna
  • Rojo (Esparta y aliados):

    • Esparta
    • Corinto
    • Megara
    • Tebas
    • Leucadia
    • Ambracia
    • Anactorio
  • Amarillo (Neutrales o sublevados):

    • Córcira (Corfú)
    • Potidea
    • Egina
    • Argos
    • Epidamno
  • Gris (Mención histórica):

    • Micenas
    • Troya (Ilión)
    • Egipto

🧭 Notas adicionales

  • Color de puntos y etiquetas coincide con la afiliación para facilitar la interpretación del mapa.
  • Los nombres de las ciudades están basados en la transliteración moderna al español.
  • La posición geográfica corresponde a ubicaciones históricas aproximadas del siglo V a.C.

Tabla 1: Ciudades y regiones en el Libro 1 de Tucídides — Orden cronológico

Orden de apariciónCiudad / RegiónContexto en el relatoParticipación
1AtenasFundadora de la Liga de Delos; crecimiento imperial.Líder de su liga.
2EspartaLíder de la Liga del Peloponeso; vista como conservadora.Líder de su liga.
3CorintoProtesta ante Esparta por el crecimiento ateniense; empieza conflicto.Liga del Peloponeso.
4EginaQueja contra Atenas por su opresión.Forzada en Liga de Delos.
5MegaraSu exclusión de los mercados atenienses (Decreto de Megara) provoca tensión.Liga del Peloponeso.
6Córcira (Corfú)Disputa naval con Corinto sobre Epidamno; busca ayuda de Atenas.Se alía con Atenas.
7EpidamnoCiudad en conflicto entre Córcira y Corinto.Disputa indirecta.
8PotideaColonia de Corinto; exige rebelarse contra Atenas.Sublevada, apoyada por Corinto.
9Beocia (región)Aliada de Esparta; enemiga de Atenas.Liga del Peloponeso.
10TebasPrincipal ciudad de Beocia; enfrentada a Platea.Liga del Peloponeso.
11PlateaPequeña ciudad aliada de Atenas, resistió a Tebas.Aliada de Atenas.
12SamosMencionada entre los miembros de la Liga de Delos.Aliada de Atenas.
13LesbosMencionada; tensión latente con Atenas.Aliada forzada de Atenas.
14QuíosFiel a Atenas en este momento.Aliada de Atenas.
15AcarnaniaAliada de Atenas contra fuerzas corintias.Aliada de Atenas.
16AmbraciaColonia corintia; enemiga en las luchas regionales.Liga del Peloponeso.
17Léucade (Leucas)Colonia corintia; enemiga de Atenas.Liga del Peloponeso.
18NaupactoBase naval ateniense, apoyando mesenios contra Esparta.Aliada de Atenas.
19MeseniaRefugiados enemigos de Esparta asentados en Naupacto.Pro-Atenas.
20Locros (Orientales)Enemigos de Atenas; aliados de Tebas y Esparta.Liga del Peloponeso.
21FócidaEnemiga de Atenas.Liga del Peloponeso.
22ArgosNeutral; rival histórica de Esparta, pero no interviene todavía.Neutral.
23ElisMiembro de la Liga del Peloponeso.Liga del Peloponeso.
24ArcadiaRegión aliada a Esparta.Liga del Peloponeso.
25DelosCentro simbólico de la Liga de Delos (controlado por Atenas).Aliada de Atenas.
26DorisRegión doriana; mencionada en contexto histórico como origen espartano.Simbólico (no activo).

Notas de Contexto

  • Primera mitad del Libro 1 (hasta 1.66):
    • Tensiones acumuladas — Crecimiento de Atenas, quejas de Corinto, Megara, Egina.
  • Secciones 1.67–1.88:
    • Escalada inmediata — Conflictos locales (Córcira-Epidamno, Potidea) piden intervención.
  • Última parte del Libro 1 (1.89 en adelante):
    • Debate espartano — Congreso de Esparta donde se discute si Atenas ha roto la paz.